Tema del curso disponible en formato pdf para descarga. Sumario: La intervención con familiares. Pasos a seguir en la intervención. Ubicar en un lugar privado; Legitimar la aceptación; Programar las fases por las que pasa el sujeto; Aclarar respondiendo con sinceridad; Comprometer a la familia; Buscar el apoyo de nuestros compañeros bomberos; Considerar riesgos; Tratamiento de los servicios sanitarios: Asegurar estableciendo un seguimiento. Contagio emocional y efecto dominó.
Online course for firefighters in emergencies. Summary: The intervention of firefighters with relatives. Steps to follow in the intervention of firefighters with families. Locate in a private place; Legitimize the acceptance; Program the phases through which the subject passes; Clarify by answering honestly; Engage the family; Seek support from our fellow firefighters.
CURSO DE OPERACIONES EN EMERGENCIAS
Actuación con familiares con pérdida de un ser querido
El objetivo de nuestra intervención con familiares que han conocido la pérdida de un ser querido será “sujetar” o “contener” las emociones de las personas en esa situación proveyéndolas de un marco de referencia en donde pudiera sentirse protegidos, comprendidos, y atendidos en sus temores y angustias.
El objetivo no es tanto realizar una “terapia” en el sentido curativo de la palabra, si no de su significado original (del griego therapeía: asistencia).
La intervención en una situación de crisis para un sujeto que vive un suceso que supera sus recursos emocionales, debe ser eminentemente de asistencia, de acompañamiento, de sujeción.
Con éste concepto en nuestra mente podremos llevar a cabo los pasos de intervención.
PASOS DE INTERVENCIÓN CON FAMILIARES
1. Ubicar:
Las condiciones ideales para realizar éste primer paso es un lugar privado dónde el doliente pueda expresar con toda libertad su dolor.
Si no se dispone de éste recurso (en la práctica es habitual no contar con intimidad suficiente), nos situaremos un poco más aislados sentándonos a su lado y animaremos a que la persona exprese su dolor por lo sucedido junto a sus familiares mas cercanos, hijos, padre...etc.
2. Legitimar:
El concepto sobre el que nos basaremos es la ACEPTACIÓN.
Aceptaremos lo que la víctima quiera expresar, acompañando, escuchando, favoreciendo la ventilación emocional del sujeto.
Aquí los tópicos y consejos del tipo “se como te sientes” ,”el tiempo lo cura todo” “tienes que ser fuerte” no ofrecen ningún apoyo.
Lo que realmente ayuda es legitimar sus preocupaciones (diciéndole que es normal todo lo que siente el sujeto).
Intentaremos situarle en un contexto de normalidad, haciéndole saber que se trata de unas reacciones normales a una situación ocurrida que no es normal. Intentaremos ayudar desde el primer momento a preparar el proceso de duelo que como es esperable se prolongará en el tiempo.
3. Programar:
Consiste en prevenir las siguientes fases por las que puede pasar el sujeto.
Se hace muy conveniente tener apoyo de personal sanitario que pueda suministrar ansiolíticos de elección que bajo supervisión médica puedan ayudar a la víctima a reponerse emocionalmente.
Posterior a la medicación será conveniente instruir al sujeto en técnicas de autocontrol emocional y control de activación como la respiración abdominal.
4. Aclarar:
Ante preguntas tan difíciles que hacen los deudos en éstas situaciones cómo “¿Porqué a mí? No es justo”, “Ahora empezábamos a vivir”.......siempre intentaremos responder con sinceridad, ya que hay preguntas que no tienen respuesta.
Así se lo comunicaremos, explicando que el control de la vida o la muerte no esta en nuestras manos, pero lo que si podemos hacer es continuar nuestra vida, ya que hay personas de nuestra familia que nos quieren y posiblemente al fallecido le hubiera gustado que nos ocupásemos de ellas ante su ausencia.
De todas las experiencias de la vida por muy dura que éstas sean siempre podemos aprender.
5. Comprometer:
Consideramos a la familia cómo el elemento de contención mas importante en ésta situación.
Se explicará a la familia cercana, el proceso a seguir y la importancia de su colaboración.
6. Buscar:
Lo importante es una buena relación humana con el deudo. Nuestra actitud es de escucha y comprensión.
En los momentos en que ya no podemos hablar más con ellos y si en un momento dado nos sentimos emocionalmente afectados buscamos el apoyo del compañero que nos sustituya en la asistencia.
7. Considerar:
En situación de duelos es posible que se den situaciones con riesgo de autolisis (intentos de suicidio, infligirse daño a uno mismo), casos de pensamientos suicidas como puede ser el caso de la esposa de un fallecido, con depresión previa. Se puede dar una exacerbación de la sintomatología que posteriormente debe ser tratada por un profesional de la salud.
Deberemos ser previsores y no permitir que los sujetos se encuentren cerca de ventanas, barandillas o elementos que puedan constituir un peligro en caso de rapto suicida.
8. Tratamiento:
Se llevará a cabo por los servicios de salud competentes a tal efecto.
En este sentido, es conveniente recomendar que los familiares sean supervisados por personal cualificado (psicólogos y psiquiatras) para ayudar a elaborar el duelo de forma sana.
9. Asegurar:
Sería conveniente establecer un seguimiento que asegurara que los familiares se encuentran en manos profesionales después del suceso (servicios sociales, servicios de asistencia ambulatoria, etc).
CONTAGIO EMOCIONAL Y EFECTO DOMINÓ
Los pasos antes descritos van encaminados a seguir un procedimiento de acompañamiento y comunicación personal de las víctimas a los familiares (se puede elegir la manera más precisa, controlar mejor al familiar, buscar apoyo de familiares o amigos que amparen al deudo, etc…).
De no ser así nos podemos encontrar con casos que por su mala planificación o deficiente gestión, generan un efecto de contagio emocional entre familiares y acompañantes que hace mucho más duro (si cabe) el momento de recibir las terribles noticias de la pérdida de un ser querido.
Es lo que se denomina efecto dominó.
Testimonio:
Nos avisaron el día anterior de que debíamos estar a la mañana siguiente en la Delegación del Gobierno para acompañar a los familiares, pues se iban a leer los nombre de los cuerpos reconocidos en el accidente de avión.
Cuando llegamos, muy temprano, no había casi nadie. Los allegados fueron llegando y sorprendentemente la mayoría se manifestaba mucho más entera, emocionalmente hablando, y fuerte de lo que a priori cabía esperar por la situación que estaban viviendo.
Nos dirigieron a una sala muy pequeña sin sillas para todos. No apareció nadie ni del Ayuntamiento ni de la Delegación ni de la Policía para decir por qué les hacían esperar.
Ese día hacía mucho calor y no había ni ventiladores ni aire acondicionado en la habitación. Estuvimos esperando cerca de dos horas hasta que tres personas que sin mediar palabra aparecieron entre los familiares, subieron a la tarima y se sentaron tras una mesa.
Según pasaban los minutos la gente comenzaba a mostrar signos de agotamiento: suspiraban y estaban nerviosos. Se agolpaban de pie, al fondo y a los laterales. Algunas mujeres se abanicaban.
Cuando se oyó el primer nombre de una víctima alguien gritó: “¡Mi hijo!”.
La tensión emocional era ya insoportable. Se habían oído previamente muchos lamentos y llantos durante la espera.
El ambiente propició que a partir de entonces los familiares de los fallecidos, identificados y sin identificar aún, estallaran en una manifestación extrema de dolor y aflicción. Con cada nombre pronunciado surgía un nuevo grito.
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