Solo dos países de la Unión Europea confirman que disponían de reservas estratégicas de la vacuna más efectiva y segura contra este virus, muy próximo al que en su día causaba la viruela humana.
La aparición repentina de la viruela del mono fuera de sus regiones habituales, África central y occidental, ha causado una gran sorpresa. Aunque no era la primera vez que el virus aparecía en otras partes del mundo, la crisis sanitaria actual no tiene precedentes. Desde principios de mayo y hasta mediados de julio, se han registrado al menos 7.665 casos en la Unión Europea, según las cifras recabadas por Civio, un millar más que los notificados oficialmente por la OMS. Es el mayor brote por este virus jamás visto en Europa, donde pocos países estaban bien preparados para afrontar su llegada.
“Nadie se esperaba que fuera una enfermedad que se transmite en Europa o en Estados Unidos, sin necesidad de haber viajado o de que mi pareja o mi amigo hayan viajado”, explica a Civio Mar Faraco, presidenta de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior. Por el momento, los países más afectados en la Unión Europea son España (2.895 casos), Alemania (1.859), Francia (912), Países Bajos (549) y Portugal (515), mientras que Reino Unido, donde se detectaron los primeros pacientes de este brote, ha notificado 1.856 casos hasta mediados de julio.
Una vacuna tan deseada como limitada
Sin embargo, esta medida será difícil de llevar a cabo debido a la baja disponibilidad de dosis. En este sentido, una de las opciones es Imvanex, la vacuna más moderna (de tercera generación), que fue autorizada en Europa contra la viruela humana y, en Estados Unidos, donde recibe el nombre de Jynneos, también contra la viruela del mono. Esta vacuna tiene muchos menos efectos secundarios que las anteriores, lo que explica que Imvanex sea en este momento la vacuna más codiciada.
Pero, al mismo tiempo, tiene un gran problema: solo la fabrica una pequeña farmacéutica de origen nórdico, llamada Bavarian Nordic, lo que reduce su disponibilidad. A esta empresa han recurrido precisamente Alemania, para asegurarse 40.000 vacunas en junio y 200.000 hasta finales de año, según ha podido contrastar Civio, o la Comisión Europea, a través de la recién creada Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA), para comprar de urgencia 109.090 dosis. Civio ha preguntado a las autoridades comunitarias y nacionales por el precio unitario que ha costado Imvanex, sin recibir respuesta.
En el caso europeo, la fórmula es similar a la adoptada con la pandemia de la COVID-19 (una compra conjunta para asegurar el suministro), aunque con una excepción: esta vez el pago se hace exclusivamente a través de fondos comunitarios. Múltiples países de la Unión Europea, según ha confirmado Civio, han solicitado disponer de las vacunas adquiridas por HERA, cuya distribución se prioriza en función del impacto del virus. Así, por ejemplo, España, uno de los países más afectados, ya ha anunciado la recepción de 5.300 dosis, casi la mitad de las vacunas pedidas.
La solución, aunque tardía -las primeras dosis se han empezado a entregar semanas después del estallido del brote-, permite paliar la falta de vacunas Imvanex por parte de muchos países europeos. “La vacunación contra la viruela del mono se limitará a casos muy concretos, ya que la transmisibilidad y el riesgo del virus no son comparables a los de la COVID”, explica a Civio Stefan De Keersmaecker, portavoz del área de salud de la Comisión Europea.
Una preparación dispar e insuficiente
De forma previa al estallido del brote, solo Países Bajos y Francia confirman que tenían una reserva estratégica de vacunas Imvanex. En el primer caso, un portavoz del Ministerio de Sanidad señala que, en 2019, cuando la viruela del mono no parecía una amenaza tan directa, compraron 100.000 dosis de Imvanex, casi tantas como las adquiridas ahora por la Unión Europea. Desde entonces, los Países Bajos han vendido un pequeño número de estas vacunas a Dinamarca y España, que no tenían ninguna. Las autoridades galas también confirman que su reserva nacional cuenta con dosis de Imvanex, junto con otras vacunas de primera y segunda generación. Su disponibilidad, según explican por correo, entra dentro del “plan del gobierno para responder al riesgo de reaparición de la viruela”.
La estrategia de ambos países es similar a la de Estados Unidos, aunque con cantidades mucho menores: en 2012, el gobierno de Barack Obama había comprado veinte millones de dosis, incluidas en su reserva nacional, que este mismo año se ha ampliado con medio millón más. Y es que siempre se ha temido que el virus que causa la viruela humana, no el de la viruela del mono, pueda ser utilizado en un ataque bioterrorista. Estos miedos se incrementaron tras los atentados del 11 de septiembre, coincidiendo además con uno de los primeros grandes brotes de viruela del mono fuera de África, que afectó en 2003 a Estados Unidos, con 47 casos confirmados o probables.
En el otro extremo europeo están Bulgaria, Chipre, República Checa, Estonia, Letonia, Eslovaquia y Eslovenia, que niegan haber almacenado estos tipos de vacunas. Quien sí lo hace es la propia Organización Mundial de la Salud, que guarda para casos de emergencia una reserva estratégica en Ginebra de 2,4 millones de dosis y otro depósito, repartido entre Francia, Alemania, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, que asciende a más de 31 millones de vacunas. Sus existencias incluyen también unidades de Imvanex, junto con las vacunas de primera y segunda generación, aunque, por el momento, según reconoció Sylvie Brand, directora de preparación para riesgos mundiales de origen infeccioso, se desconoce qué cantidad hay de cada una.
Una profecía cumplida
La crisis de salud pública ha sorprendido, pero no era, ni mucho menos, inesperada. Precisamente uno de los temores cuando se erradicó la viruela humana y se puso fin a las campañas masivas de inmunización es que otros virus parecidos atacaran a quienes a partir de entonces no estuvieran protegidos. De hecho, un estudio observacional, realizado en los años ochenta en la actual República Democrática del Congo, estimó que la vacunación contra la viruela humana protegía en un 85% contra la del mono. Pero, al desaparecer la viruela humana, se recomendó dejar de inmunizar a la población por las complicaciones asociadas con aquellas vacunas y por los importantes gastos económicos que suponían.
Sin embargo, aquel mismo estudio también lanzaba una alerta: “La magnitud y la duración medias de las epidemias de viruela del mono aumentarán a medida que disminuya la protección derivada de las vacunas en la población”. Aquella primera advertencia no cayó en saco roto. Otro estudio, publicado en 2012 en la revista PNAS, y una reciente revisión sistemática en PLOS Neglected Tropical Diseases también recogían la “creciente preocupación” ante un potencial aumento de casos de la viruela del mono. La profecía finalmente se ha cumplido.
“Se trata de una enfermedad en la que los mayores van a estar mejor protegidos que los jóvenes” Mar Faraco, presidenta de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior
En Europa, donde la mayor parte de los países dejaron de vacunar contra la viruela del mono entre los años setenta y ochenta, un gran número de personas son hoy vulnerables contra este virus. “La población es susceptible; la mayoría, los menores de 50 años. Y eso hace que el virus encuentre un hospedador estupendo, que no tiene ningún tipo de resistencia”, explica el virólogo Mariano Esteban. Para la experta Mar Faraco, hoy nos encontramos con una situación atípica: “Es lo contrario de lo habitual. Se trata de una enfermedad en la que los mayores van a estar mejor protegidos que los jóvenes”.
Los datos publicados por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) confirman este patrón. Del total de 6.776 casos analizados hasta mediados de julio, el 89,51%% tenía menos de 50 años. “Quiere decir que aquellos que nos vacunamos contra la viruela [humana] debemos estar protegidos, pero no lo sabemos de momento”, explica Esteban. La razón, según Faraco, es que las antiguas vacunas eran “muy buenas, con sus efectos importantes, pero erradicaron la viruela”. Y, aunque nadie se ha enfrentado desde aquella a un brote real de la enfermedad, los especialistas confían en que siga manteniendo “una inmunidad muy prolongada”.
África, como siempre, la gran olvidada
El brote provocado por este virus olvidado también ofrece otra lección importante. Durante años, la viruela del mono parecía afectar solo a los países africanos donde se transmite más frecuentemente, como República Democrática del Congo, Nigeria o Camerún. “Es importante ayudar en los territorios donde se encuentran estos patógenos, mejorando las medidas profilácticas, buscando vacunas y tratamientos efectivos”, dice Jacob Lorenzo-Morales, profesor de Parasitología en la Universidad de la Laguna y director del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias, en declaraciones al Science Media Centre España.
“Cuando salta a los países más avanzados provoca una alarma social, fruto del pánico de la sociedad, que piensa que los virus les pasa a otros, que están en la selva o en otros entornos, y que nosotros estamos exentos de ello”, dice Esteban. Desde 2022, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en África han documentado 1.715 casos, entre sospechosos y pacientes confirmados, y 73 muertes por este virus. “Hasta que no ha salido esporádicamente un viajero, a nadie le han importado los casos”, coincide Faraco, quien sostiene que “la mejor estrategia” sería controlar la viruela del mono donde sigue siendo endémica, lo que ayudaría a frenar las infecciones y los fallecimientos en esos lugares, y a evitar su impacto en otras regiones. “Probablemente arreglaría muchos de los brotes, pero no se ha hecho”, zanja.
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